Ando tan sólo dos calles y la naturaleza se abre silenciosa,
continuando el discurso que su esencia pacífica conlleva.
Sin esperar, sin revolucionarse.
Aunque la cambiemos, aunque no la miremos;
aunque hagamos puentes e inventemos cimientos.
Acogiendo a todos los que queremos acercarnos;
siendo cómplice, serena y perfecta,
porque siempre estuvo allí.
L.C.
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