Podría pasar la noche describiendo, pero ella tomó la fotografía en el momento exacto.
Recuerdo la necesidad que tuve de terminar el ascenso corriendo, y lo que sentí cuando el faro compartió conmigo su horizonte y yo por fin pude encontrarlo.
Respiré muy profundo, tanto que aún dentro de mí están las olas, las nubes, el infinito azul.
Había podido volver... Volver y ser como las gaviotas, como la brisa, como el mar.
Perplejo ante cómo los acontecimientos se ordenan, concluyendo que nunca en esta vida hay una sola razón que justifique rendirse, observaba feliz.
Colmado de recuerdos pensé agradecido en mis padres, en Ana y en otra persona que fue imprescindible,
y me prometí avanzar para siempre hacia mis sueños.
L.C.
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