Somos una proyección de nuestros pensamientos. Toda actividad que llevamos a cabo ha sido antes "anticipada" o "representada" por la mente.
Lo que pensamos está en nosotros, y puede sentirse desde fuera. Lo digamos o no.
El hombre, en un esfuerzo por hacerlo todo más simple, lo complica exponencialmente:
suele guardarse siempre demasiadas cosas.
Con todo esto es genial lo que ocurre,
pues las peores cosas están siempre por decirse,
y las mejores también.
L.C.
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